"Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila" MARIANO MORENO

“La libertad de expresión es como la salud: cuando falta se da cuenta uno de lo que perdió. Sin ella, el ser humano pierde la dignidad como tal. Por lo tanto, todos debemos luchar para conservarla y pasarla a nuestros hijos, como la mejor herencia" AURELIO NICOLELLA

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LA CLASE DIRIGENTE ARGENTINA


Por Aurelio Nicolella

Estamos en época electoral y es importante repasar un poco lo que es en nuestra sociedad argentina la clase dirigente, desde ya no escapa a la generales de la ley.
Con ello podemos decir y ver que no se encuentra cumpliendo el rol que debe desempeñar, el de velar por las necesidades de la sociedad.
En general el dirigente político argentino es un gran ilusionista, trata de vender una imagen de honestidad, sacrificio, valor y trabajo. Pero como uno sabe la política es el arte de lo imposible.
Es común que el político mienta, es hasta se puede decir el pilar fundamental de su profesión, nunca un político ha ganado una elección no haciendo una promesa a su electorado, aún Winston Churchill en su famosa frase durante la Segunda Guerra Mundial dijo que venia a traer sangre, sudor y lagrimas, aunque hoy hay dudas que las haya dicho.
Pero la diferencia es que el político argentino promete aún más, cree que es un Mesías, que ya estaba predestinado desde el seno de su madre a guiar a su pueblo a la felicidad y a los grandes logros. El se cree que la mentira en política no es mentira, no es una falta a la verdad.
Ello tiene que ver con aquello de que el caudillo no se equivoca jamás, porque tiene algo de divino.
Entre la clase dirigente argentina y la de los países llamados centrales, la diferencia es abismal, es muy conocido el ejemplo que se pone de manifiesto cuando un político de otro país miente siempre esa mentira es una mentira con el fin de aportar un provecho venturoso a la sociedad que representa o gobierno, ya que siempre el político al ser elegido se encuentra un paso delante de la sociedad, en fin por eso se lo elige, porque esta capacitado evidentemente y una vez que se logro es provecho la mentira pasa a segundo plano, que aunque parezca doloroso decirlo “el fin justifica los medios” tal como Nicolás Maquiavelo, nos dice en su obra “El Príncipe”, un ejemplo catedrático que siempre es bueno apreciar en el caso de del Presidente estadounidense del siglo XX Theodore J. Roosevelt.
Durante el segundo conflicto mundial del siglo XX, era sabido por el presidente de Estados Unidos que su pueblo no quería entrar en una conflagración mundial, ya estaba el antecedente de la primera guerra mundial en donde el estadounidense no sacó ningún provecho de ello, solamente muertos y sobrevivientes mutilados, y una economía que comenzó a decaer llegando su pico más bajo con la crisis del año 1929, entonces se les presentaba al ejecutivo estadounidense como hacer cambiar a esa sociedad de que ingresar en la guerra reportaría a lo largo suculentas ganancias a la nación, solamente a través de una mentira, era sabido desde mucho tiempo antes que el Imperio Japonés atacaría la base de Pearl Habor en Hawai, esa información se oculto con el único fin de que una vez que sucediera el hecho, del ataque japonés a la base naval, el pueblo norteamericano sé volcaría a la guerra y con ello sé activaría la poderosa industria bélica militar, que luego serviría en tiempo de paz para proseguir creando riquezas y dando continuación al programa de crecimiento de los Estados Unidos el “New Deal” y por otro lado dando ocupación a los miles de soldados del frente de guerra una vez concluida la conflagración mundial, comenzando así una dependencia de todo el orbe por parte del gran país del norte.
La diferencia la encontramos en que el político argentino también miente pero, su mentira no es para un provecho general, que pueda beneficiar a la sociedad en el futuro inmediato, sino que para su provecho propio y/o para el contubernio que lo sostiene en el poder y le garantiza impunidad. Por lo tanto el político argentino en su afán de mantenerse en el poder, ya que es la única forma por la cual mantiene la impunidad, no tendrá empacho de mentir o crear diversos contubernios.

Aurelio Nicolella, nació en Lanús, Provincia de Buenos Aires, el día 11 de septiembre de 1962, es abogado.


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