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EL APOSTOL MAYOR BISCHOFF Y HITLER

Por Aurelio Nicolella.
   
 Aclaración del escritor: Con la presente nota no se presenta abrir ningún juicio de valor sobre dogmas, ni culto de fe que practican los fieles de la Iglesia Nueva Apostólica, ello le corresponde a los creyentes y merece mi mayor respeto. No opino sobre la institución religiosa sino de hombres y su actuar en una época determinada de la humanidad.
El Apóstol Mayor Bischoff
La Iglesia Nueva Apostólica (Neuapostolische Kirche en alemán o por sus siglas I.N.A. o N.A.K.), es una comunidad cristiana milenarista, o sea continuadora de los apóstoles de Jesucristo, fundada en Alemania en 1879 y extendida luego a varios países.
Surgió del llamado Cisma de Hamburgo de la Iglesia Apostólica, movimiento fundado en 1847 en Inglaterra como reforma y renovación de la Iglesia Anglicana y la Iglesia de Escocia.
Se calcula que sus miembros presentes en todas partes del mundo rondarían unos casi doce millones de personas, son fervientes practicantes y se congregan en sus templos al menos una vez por semana como mínimo.
Su sede central, donde reside el Apóstol Mayor, máximo guía espiritual de la comunidad, se encuentra en Zurich, Suiza.
Esta religión cristiana no llamaría la atención, ya que se concentran en su propia liturgia y siempre guardan bajo perfil colaborando y realizando grandes obras en zonas carenciadas del planeta. Entre sus dogmas se hallan el Bautismo, la Santa Cena y el Santo Sellamiento, este último es de vital importancia en la vida de los fieles y consiste en la transmisión del don del Espíritu Santo por imposición de manos de un Apóstol.
Reunión de fieles circa 1880
Su estructura es esta divida en “provincias eclesiástica” que se la denomina “distrito”. Está conducida por la figura del Apóstol Mayor, máxima autoridad espiritual sobre la tierra de todas las iglesias regionales nuevoapostólicas. Entre sus tareas está cuidar el rebaño de fieles, colaborando a que puedan ser todos participes de la segunda venida de Cristo. Su rol de conductor esta íntimamente relacionado al papel del Apóstol Pedro en los primeros tiempos apostólicos, cuando Jesús le dio el encargo especial de apacentar, cuidar y preparar el rebaño de almas. Se entiende, a la figura del Apóstol Mayor como una continuación de la del Apóstol Pedro en el pasado. Además de estas funciones espirituales, el Apóstol Mayor designa, ordena y establece los tiempos de "descanso ministerial" de cada Apóstol de Distrito, así como fijar los límites geográficos de las iglesias regionales, formar nuevas áreas de apostolado de distrito y asignar áreas de trabajo a las iglesias regionales para su cuidado.
Hasta aquí este credo cristiano parecería ser uno más de lo tantos desprendimientos cristianos que existen, salvo por lo que sucedió antes y después de la segunda guerra mundial, durante la conducción espiritual de la comunidad por parte de Johann Gottfried Bischoff en los años 1930 a 1960, a quién le toco conducir la comunidad en años en que el régimen nazi ascendía al poder en Alemania.
Acontecieron, en aquel tiempo, una situación de apoyo declarado al sistema nazi. La congregación siempre ha callado o tratado al menos echar un manto de olvido sobre los tratos y prebendas con los jerarcas nacionalsocialistas alemanes que este hijo de albañil de infancia pobre mantuvo.
Johann Gottfried Bischoff, nació un 2 de enero de 1871 en la ciudad de "Unter-Mossau", en la región de Odenwald en el centro oeste de Alemania, el 1930 a la muerte del Apóstol Mayor o Apóstol Jefe, Hermann Niehaus fue designado Apóstol Mayor.
Una de las tantas Capillas de I.N.A.
En 1930, cuando todavía el hitlerismo parecía un fantasma lejano escribió en "Preguntas y Respuestas", una publicación de la iglesia un tipo de catecismo para la Iglesia Nueva Apostólica, en el, Bischoff afirmaba categóricamente "...Yo creo que las autoridades están al servicio de Dios, nos beneficiamos, y él que se resiste a las autoridades, se resiste a las ordenanzas de Dios, porque Dios las prescribe...", parecía con ello predecir el avance que Hitler y sus secuaces realizaban sobre la sociedad germana.
Con el régimen nazi ya instalado en el poder en enero de 1933 en ese mismo año, el 21 de marzo en Potsdam, al este de Alemania, predicó Bischoff en un servicio religioso tomando como base para su predica el libro del Eclesiástico capitulo 10 versículo 5, "...que ahora el líder enviado por Dios había llegado..." se refería en clara alusión a Adolf Hitler, el Canciller alemán. El sermón cayó bien entre los jerarcas nazis, cuales muchos de ellos comulgaban y simpatizaban con la Iglesia Nueva Apostólica, tal es así que el texto integro del sermón de Bischoff fue enviado a la Cancillería, sede del ejecutivo nazi.
La mayor aspiración de Bischoff era que la Iglesia Nueva Apostólica, por ser un credo fundado o refundado en el ámbito germano, con características bien alemanas, se convirtiera en la religión oficial del "III Reich", como lo es la Iglesia Católica Apostólica Romana en distintos países de Europa y América.
Logo distintito de la I.N.A.
Un gran obstáculo para las aspiraciones de Bischoff fueron que Hitler junto con los jerarcas de máximo nivel del sistema nazi no habían renegado de su condición de católicos romanos, incluso muchos de ellos seguían siendo fervientes practicantes de la religión de Roma, es que los principales conductores de la Alemania de aquellos tiempos venían de Baviera, una región netamente católica desde siempre, que se mantuvo fiel al Papa hasta en tiempos de Lutero y su reforma.
Así el Apóstol Mayor llego a recomendar y sugerir en una circular a todos los ministros de la Iglesia el 25 de Abril de 1933 "...que sería bueno que las solicitudes de admisión de nuevos miembros a la congregación como las identidades de los mismos sean presentadas en la delegación correspondiente de la N.S.D.A.P..." o sea el local partidario del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán "... a fin de que ellos revisen y evalúen la incorporación de los nuevos feligreses...", tal fue la obligación que ningún miembro pudo acceder a la Iglesia desde ese momento sin la existencia del famoso certificado de conformidad que emitía el partido nazi.
Llego a sostener, Johann Gottfried Bischoff, que ante quién lo quisiera escuchar que “...esta Alemania enferma, se curó en las manos de Adolf Hitler...”, los mandatarios del gobierno nazi escuchaban constantemente adulaciones de parte del líder neo-apostólico.
Desde la revista "Nuestra Familia" órgano de difusión de la Iglesia Nueva Apostólica, desde sus páginas, Bischoff, fue un ferviente defensor del régimen nazi, así se durante el año 1938 llego a escribir “...nuestro Führer ha creado la Gran Alemania para que volvamos al hacer junto con Austria y los Sudetes el gran país. Alégrense por la madre patria y por los repatriados. Porque todo ello quedara inamovible..." o mas aún cuando escribió "...después de Polonia, Noruega; después de Noruega, Holanda; después de Holanda, Bélgica; después de Bélgica, Francia. Y así totalmente derribados por la espada alemana, forjada por un gobierno sabio y clarividente, y conducido por hombres de pueblo que hace honor, en estos días decisivos e históricos, a su educación nacional socialista..." o cuando mas que un líder religioso parecía un militar exaltando al pueblo a tomar las armas cuando escribió “...la confianza sin límite hacia el Führer de la Gran Alemania, es el secreto del éxito de hechos de guerra, incomparables y únicos en los anales de la historia, de nuestra valiente y chispeante “Wehrmacht”, en una guerra que nos ha sido impuesta por los plutócratas franceses e ingleses...”
Católicos haciendo el saludo nazi
Muchos quisieron después de concluida la guerra y derrotado el régimen alemán querer justificar la actitud abierta de apoyo de Johann Gottfried Bischoff a Hitler, pretendiendo manifestar que él lo único que pretendió fue de construir buenas relaciones con el régimen nazi de levantar algunas de las prohibiciones y sanciones que regían para muchos credos a partir de 1933.
Muchos alegan en favor de este periodo nefasto de la Iglesia Nueva Apostólica, que el gobierno nazi había cargado contra la misma con impuestos inusualmente altos, la educación secular y religiosa hacia a los jóvenes había sido suprimido, como también la compra de terrenos y la construcción de capillas rechazadas por las autoridades. La aparición de revistas de la iglesia se encontraban bajo estricta censura gubernamental y las Biblias junto con libros de himnos ya no se imprimían sin el consentimiento estatal.
Pero para el teólogo liberal Hans Bertguer "...si hubiese sido así, hubiera sido mejor callar no defender y aplaudir los logros de régimen nazi-fascista de Hitler, o acaso los evangélicos protestantes o Testigos de Jehová aunque en menor cantidad de fieles que los de la Nueva Apostólica no se llamaron a silencio y dejaron que desde fuera de Alemania los otros miembros de sus congregaciones denunciaran al mundo las atrocidades y vejaciones nazis..." Bertguer alega que lo triste es "...que todo ello se oculte a fieles y extraños, y que no se hable abiertamente, haciendo una sana critica, los católicos debaten si el Papa Pío XII fue cómplice de Hitler en no denunciar y callar las masacres de judíos, muchos católicos apoyan o no esa tesis pero abiertamente no callan y buscan la verdad, no por ello dejan de ser católicos, pero de Bischoff de su silencio y apoyo abierto al régimen mas asesino de la humanidad nada se dice, se calla, como que con una gran goma se hubiese borrado treinta años de conducción y no hubiese existido las palabras y los dichos de apoyo..."
Algunos teólogos y filósofos mantienen que en esa época la sociedad alemana estaba mas enferma que Hitler, ese factor hizo que muchos credos y sostenedores morales y conservadores de los valores de la sociedad se aliñaran a ese movimiento político viéndolo como un resurgir de las conductas morales que la humanidad estaba perdiendo.
Terminada la guerra Bischoff, continúo dirigiendo los destinos de los neoapostólicos, es así que otra perlita fue agrego a su ministerio, este manifestó públicamente haber recibido mensajes divinos que anunciaban el fin del mundo y el retorno de Jesús.
Que dicha profecía acontecería en su período al frente de la Iglesia, era por lo más extraño. Tan convencido estaba de ello que varios millares de fieles habían sido excomulgados, por la sola razón de no aceptar la profecía del Apóstol Mayor, como Herbert Schmidt que en Sarré junto a dos mil fieles fueron excomulgados de la Iglesia por no coincidir con ello.
Reunión de pastores de la I.N.A.
Lo cierto es que Bischoff falleció en 1960, el fin del mundo no llego, la profecía no se cumplió y la tarea de explicar la desafortunada predicción le toco a su sucesor Walter Schmidt, Apóstol Mayor de 1960 a 1975, explicando que lo que Bischoff pretendió decir no era el fin del mundo y la venida de Jesús en persona, sino una mutación del diseño divino para la humanidad, así en una carta a las distintas congregaciones de la Iglesia Nueva Apostólica explicaba que "...Dios había cambiado por razones inescrutables su voluntad y concedía a la humanidad un periodo de gracia y curación para su preparación para el regreso de Jesucristo..."
Lo cierto que el paso de Bischoff por la conducción de la Iglesia, fue nefasto, no solo para la Iglesia Nueva Apostólica, el régimen nazi fue adverso ya que la congregación vivió el periodo más negro de la historia de humanidad, sino que la actitud de su Apóstol Mayor dentro del seno de la propia Iglesia Nueva Apostólica produjo, durante su liderazgo la mayor cantidad de disidencias y ramificaciones dentro del seno de la institución religiosa como "El Apostolado de Jesucristo en 1947"; "La Unión de los Cristianos Apostólicos en Francia y en Suiza en 1954 y "La Comunidad Apostólica en Alemania y en Países Bajos en 1955", estas fundaron a su vez la "Unión de las Comunidades Apostólicas" en Europa en 1956 a Düsseldorf en Alemania.
Johann Gottfried Bischoff, creyó que aliándose con Hitler exaltando sus éxitos y logros militares, incorporando un falso nacionalismo conseguiría la religión del nuevo estado alemán, fracasado con ello predijo el fin del mundo y la venida de Cristo, creando falsas expectativas entre los creyentes, habrá escuchado el viejo adagio de que “Toda persona que habla en nombre de Dios, y que se equivoca, es un falso profeta condenado al olvido”.

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