Por Aurelio Nicolella
La muerte del periodista
Jesús Javier Valdez Cárdenas el lunes 15 de mayo en Sinaloa,
México, es la
culminación de una larga lista de periodistas muertos en el país azteca, ya se
contabilizan más seis muertos, un tema
que no deja de ser inquietante para una democracia tan endeble como la mexicana,
amenazada por el narcotráfico, la corrupción estructurada en todos los estamentos
de las instituciones gubernativas y una economía endeble.
En el caso de la muerte de
Valdez Cárdenas es aún más profunda esa herida que deja este sinaloense
dedicado a la lucha con la pluma y el papel contra esos males endémicos que
padecen los hermanos mexicanos.
Todo México sabe que fue uno
de los periodistas que más de cerca se dedicó a cubrir el crimen organizado en
el país, intentando evitar que cayeran en el silencio historias que él creía
merecían ser contadas, dándole un nombre a víctimas destinadas al olvido.
"La lucha diaria por cubrir el narco", decía, era como
"suministrar pastillas contra el olvido".
Lo que él hacía era escribir
para que el horror no le fuera indiferente al resto de los mortales, para que
esos casos espantosos no fueran solamente un expediente judicial o un número de
estadística en la morgue.
El periodismo, una profesión
tan arriesgada en ejércela como en vivirla, pero apasionante transitarla, un
gremio golpeado por la violencia, y poco valorada por quienes deberían
admirarla y protegerla, Valdez ha sido un periodista asesinado uno más en lo
que va del año, pero su muerte está lejos de ser una más, porque el pueblo
mexicano al que iba primeramente dirigidos sus trabajos de investigación ha
sentido ya su ausencia.
No escapa a nadie que el
sicario pudo ser un narcotraficante, pero el gobierno corrupto de Enrique Peña
Nieto tiene mucho que ver en ello, un gobierno que vive dándole la espalda al pueblo,
que se pierde en los vericuetos que la propia política mexicana teje, llena de gobernantes
que se rajan las vestiduras ante las cámaras de televisión condenando la violencia
y a puertas cerradas brindando con el mejor "champagne" obtenido con el sudor del
pueblo la muerte de periodistas que lo únicos que ellos ven es que molestan a
sus sucios negocios y ambiciones personales, porque es cierto como decía el
periodista español Francisco umbral: “El periodismo mantiene a los ciudadanos avisados,
a las putas advertidos y al gobierno molesto”, porque aquella máxima cuyo autor
es desconocido sin periodistas, no hay periodismo, y sin periodismo no hay
democracia, es lo que muchos gobernantes de la América Latina han sabido
comprender.
Por eso este crimen no es un
crimen cometido en un hecho común es crimen a la libertad de prensa un crimen a
la democracia del mundo no de México.
Al periodista Javier Valdez Cárdenas,
maestro, descansa en paz seguirás viviendo en cada uno de los periodistas que
hacemos periodismo independiente en esta tan sufrida Patria Grande
Latinoamericana. Tu legado sigue vivo.