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GUALEGUAYCHÚ: TIERRA DE ABUSO Y OLVIDO

Por Aurelio Nicolella

La ciudad entrerriana de Gualeguaychú, tan en boca de todos, por sus bellas playas, su carnaval colorido e imponente y en estos últimos años por los famosos cortes del puente internacional General San Martín, por la lucha de toda su población contra las papeleras y plantas que se instalaron en Uruguay, en la ciudad de Fray Bentos, justo enfrente de las costas entrerrianas y sobre el río Uruguay, donde desemboca el río que le da nombre a la ciudad, el río Gualeguaychú, que en guaraní significa “aguas de andar lento”.

Ciertamente, se ignora, que la ciudad del carnaval más importante del país, no es la primera vez que sufre, un saqueo, el de hoy, de la pastera es un saqueo a su ecosistema, diríamos una nueva forma de someter a los habitantes del siglo XXI, que no es otra cosa, en fin que un desvalijamiento, pero la diferencia es que el primer saqueo o el más importante de la historia de la ciudad entrerriana, fue sangriento sobre una población indefensa y tuvo como protagonista a una personalidad, que incluso tiene un monumento homenaje, en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires, y, que incluso se lo ha designado con el título de “Héroe de los Dos Mundos”, ese personaje no es otro que José o Giusseppe Garibaldi.

Muy pocas veces se comenta en la historia argentina y menos en la uruguaya, la verdadera matanza que permitió dicho personaje histórico, la historia oficial argentina hasta casi lo niega, y pone excusas a que haya realmente existido dicho saqueo y matanza sangrientos.

Pero, ¿Qué fue lo que paso?, habrá que hacer un poco de historia sobre nuestro “Héroe de los Dos mundos”, no era ni más ni menos que un mercenario italiano que recayó en las costas primeramente de Río Grande Do Sul en Brasil, llegando a Sudamérica expulsado de su tierra natal, enrolándose, siempre por dinero o por alguna aventura amorosa, como en el caso de su amante Anita secuestrada por este a su familia, en cuanta disputa segregacionista o independentista hubiera.

Lucho durante un tiempo junto a los independentistas de Farroupilha, confiscando arbitrariamente unas naves pertenecientes al imperio brasileño, que se encontraban en guerra contra los segregacionistas, con las que comete todos actos de piratería en nombre de la nueva República de Río Grande do Sul, el emperador brasileño toma cartas en el asunto y derrota a Garibaldi quién huye a Montevideo, poniendo a salvo su cabeza por la que había una fuerte recompensa vivo o muerto. En la capital de Uruguay se pone a las órdenes de Fructuoso Rivera adversario de Manuel Oribe, este último era sostenido por el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.

Es así que ante esta situación, la capital uruguaya mantiene un sitio impuesto por Oribe y su aliado argentino.

Rivera le confía a Garibaldi tres embarcaciones, que se hallaban ancladas en la capital uruguaya, la corbeta “Constitución”, el bergantín “Pereira” y el transporte “Procida o Libertad”, comenzando a hostigar a buques, naves y poblaciones que se encontraban bajo poder de los federales (Rosas y Oribe).

A esta altura del relato cabe mencionar que el Uruguay de Fructuoso Rivera era la cuna de los liberales opositores del gobernante argentino Rosas, donde se encontraban exiliados desde Florencio Varela a Esteban Echeverría, quienes eran hábiles para la pluma con lo cual exaltaba las proezas del itálico y denigraba al gobierno argentino de Rosas.

Es así que con la ayuda británica y francesa en 1845 se consiguen reunir veintiocho buques que se confían a Garibaldi, con el fin de atacar y crear un flanco en el litoral de la Confederación Argentina, debilitando a Buenos Aires, y es allí que comienza la desgracia para los habitantes de Gualeguaychú, la población fundada en 1783 por Tomás de Rocamora, tranquila villa del litoral, es primeramente asediada por Garibaldi, cortándole los víveres y los suministros que en aquella época llegaban por vía fluvial, quedando así sus habitantes sin comida, muriéndose primeramente los más débiles ancianos e infantes, la población masculina y adulta en su mayoría se encontraba enrolada en los distintos escuadrones del ejército que respondía a Urquiza, todavía aliado de Rosas, distribuidas en distintos lugares de la Confederación Argentina, con lo cual Gualeguaychú era habitado en su mayoría en dicha época por mujeres, ancianos y niños, los cuales no podían oponer demasiada resistencia a los invasores, es así que durante la noche del 20 de septiembre de 1846 los trescientos uruguayos y seiscientos legionarios italianos que componían el grueso de la expedición garibaldina toman por asalto a la ciudad entrerriana comenzando con los saqueos y las violaciones hacia sus habitantes, sometiéndolos a los más salvajes vejaciones. La población femenina mientras duro la ocupación fue sometida a la servidumbre y a las pasiones carnales de los usurpadores, la poca población masculina era virtualmente eliminada al menor atisbo de rebelión o falta de acatamiento de las órdenes de los dominadores.

Todo esto aconteció bajo la mirada imperturbada del Comandante Giusseppe Garibaldi, que nada atina a hacer para poner coto a la masacre tanto física como espiritual de este pueblo de Entre Ríos.
Nunca se supo realmente la cantidad de víctimas de la población civil, cabe recordar que dicha población no tenía una defensa militar destacable como la que se observaba en la villa de Concepción del Uruguay que se hallaba más al norte sobre la misma margen del río Uruguay, es por ello que seguramente los intrusos vieron que tendrían mayor éxito en Gualeguaychú que en otras ciudades y asestarían así un golpe duro a la Confederación Argentina.

Son por lo tanto poco, por no decir nulos, los registros de la época para determinar la magnitud del genocidio cometido por aquellos “supuestos libertadores”, la ciudad fue ocupada por varios meses bajo una estricta ley marcial y sin ningún derecho y contemplación hacia sus moradores.

Luego a mediados de 1846 la estrella de la suerte se le comienza a apagar a nuestro “Héroe de los Dos Mundos”, comenzando a sufrir derrotas a manos del General Urquiza en lo terrestre y Guillermo Brown en lo naval, viendo que más nada tenía que hacer por estos lados en agosto de 1847 retorna a Italia para luchar por la independencia de su país, dejando para siempre estas tierras sudamericanas.

Luego, llega el día 3 de febrero de 1852, la caída de Rosas y comenzaba lentamente la implementación de la Argentina soñada por Mitre y Alberdi, con ello la sangría de Gualeguaychú entra en el olvido, la historia oficial se encargaría de sepultarla y de crear el mito de que un italiano sin perjuicio y con el afán de luchar contra los opresores del orbe, colaboró desinteresadamente con el pueblo oprimido del Río de La Plata.


Llegará con los años la gran inmigración italiana a estas costas, y ese grupo de personas buscando un mejor porvenir con la idea de “hacerse la América” toman como referencia a Garibaldi como su antecesor, muchos de ellos, los que tenían instrucción educativa puesto que la mayoría era analfabeta y procedían de zonas rurales, solo conocen la historia del Garibaldi europeo de la liberación de su patria peninsular, de la “Spedizione dei Mille” (Expedición de los Mile) o de la liberación de Roma en manos del Papa Pío IX, pero nada y poco es lo que conocen sobre su verdadero paso por la América del Sur, solo la historia oficial de Bartolomé Mitre, que hace referencia a su compatriota italiano, por lo valiente que luchó para liberar del yugo a su nueva patria adoptiva. Si Garibaldi en su aventura mercenaria hubiera tomado rumbo hacia el norte del nuevo continente, seguramente hubiera terminado como muchos de sus compatriotas ahorcado por ser considerado un anarquista y otra hubiera sido la historia para Italia y lógicamente para Gualeguaychú, pero aunque cueste creerlo la historia la escriben los vencedores y la padecen los vencidos, es este caso Gualegyuaychú.