Por Aurelio Nicolella.
El que no quiera ver la situación del país, que no la vea, pero salir a negarla, cuando desde el mismísimo Vaticano, o como la semana pasada parlamentarios de Gran Bretaña la señalan, es de obsecados.
La economía de la República Argentina sigue en el tobogán y la perdida de dólares sumado al índice negativo de inversión extranjera y nacional hacen que el país tenga un rumbo incierto.
Se pretendió paliar con el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.,) el déficit fiscal y lo desatinado del rumbo económico del gobierno.
Pero lo cierto es que hacia fin de año, esto se acaba, y hay dos alternativas, restablecer los controles, o una recesión monumental que se llevara puesta a miles de familias. En estos días hemos visto el gobierno ratificando su rumbo quitándole a los pibes del norte y sur su diferencial por zona, y hemos también visto como los mismos radicales, ya se están parando de manos pidiendo la derogación del decreto. No es hacer terrorismo mediático pero lo seguro es que se avecinan épocas de violencia y el estado las enfocara con represión como ya lo manifestó en sus actitudes.
Para la sociedad argentina, está por empezar la verdadera "tormenta", que por ahora fue solo de números de la economía, el gobierno se propone llevarla a la calle y a los hogares. Seamos serios, este gobierno no va más, se le perdió la confianza no es creíble, el hecho de los “aportantes truchos” lo demuestra. Es una encrucijada de la cual le es imposible despegarse, teniendo en cuenta que la segunda y tercera línea del propio oficialismo es la que indignadamente salió a hacer conocer su disgusto, disgusto que tiene un fundamento de no quedar pegados jurídica y políticamente en un futuro.
El documento que emitió hace pocas horas el Vaticano es contundente, hay vemos al Papa Francisco trazando un diagnóstico sombrío del Gobierno, advirtiendo que la política de Mauricio Macri cumple con postulados impuestos por Estados Unidos y el único fin es implementar el “neoliberalismo económico” que para el Vaticano es sinónimo de un ateísmo capitalista. Al al tiempo que plantea la necesidad de la unidad de los actores sociales y de la oposición política argentina, tal como lo hacía en los ochenta el Papa Juan Pablo II en su Polonia natal, pero existía la guerra fría y para el mundo capitalista no estaba mal visto que un jefe espiritual se mezclara en política.
Parece ayer cuando en el 2013 Jorge Mario Bergoglio asumió como Papa la "tilinguería cacerolera" lo soñaba como el "as de aspada" para pelear contra Cristina Fernadez de Kirchner, y ahora se sienten defraudados. Es que ver al Papa apoyando Movimientos Sociales, criticando al neoliberalismo salvaje, recibiendo a la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, ninguneando a los “macristas” es por eso quienes festejaban su papado hace cinco años hoy lo atacan, porque no se alinea al modelo neoliberal que destruye al mundo y a la Argentina.
Por eso la realidad termina siendo más puntiaguda que una aguja, que pareciera en cualquier momento pinchar el globo amarillo de los votantes de Cambiemos, cada día mas decepcionados.