Por Aurelio
Nicolella
Sostenía el
sociólogo polaco muerto este año Zygmunt Baunman que en política hay que tener algunas de estas dos
cosas para hacer política, poder de movilización o poder de daño, con una sola
de ellas negocias, si logras tener las dos manejas el poder político.
Cristina el día
de ayer demostró tener intacto el poder de movilización, nadie puede hoy
movilizar tanta gente como la que llevo arriada o no a la cancha de Arsenal de
Sarandí. Como hábil política demostró tener casi intacta ese poder de
movilización. Aunque se la critique demostró
encontrarse “aggionarda” el hecho de mostrarse con un grupo de personas
en la tarima, demostró nada más y nada menos que sabe de las necesidades que
afronta gran parte del país y le enrostro al gobierno las promesas incumplidas.
Mientras que el
oficialismo sigue con el famoso timbreo, que dio sus resultados haya por
octubre y noviembre del 2015 cuando era oposición, hoy esa vía ya está agotada. Ello es porque
siempre al oficialismo se le pide más, el oficialismo cuando toca timbre debe
ser para hacer ver los logros conseguidos y esto a 18 meses en lo microeconómico
no se ve, y por mas que se le hable de mejoras o de la corrupción del gobierno anterior al común de la gente le importa su inmediatez lo que es llamada la pirámide de Maslow, en donde en toda sociedad se jerarquiza las necesidades humanas, el trabajo, el comer, la educación la seguridad entre otros, lo demás es secundario en esas necesidades de la vida cotidiana, y el martes Cristina eso lo supo explotar.
Por eso hoy es casi
suicida ir a tocar el timbre al que te exige mejor condiciones de vida donde
encima vivís haciéndolo sacrificarse cotidianamente por las medidas macro y
micro económicas.
Ahora el martes
Cristina puso las cartas sobre la mesa, como diciendo “esto es lo que
tengo”, típico de las jugadas de poker,
y esas cartas se las mostro tanto al oficialismo como también a la opositores a
ella dentro del justicialismo, la jugada de no decir oficialmente que competirá
en las próximas elecciones es dejar unas horas para que los opositores a ella
dentro del peronismo mediten que hacer.
Ahora la
coalición de gobierno Cambiemos desde este martes, y principalmente el Pro como
partido del presidente Maurizio Macri deben repensar su estrategia hacia agosto
y hacia octubre, con el timbreo no se llega, con el “acting” tampoco, se necesita
un poco más de coherencia y de acertar en las políticas que se implementen, la
prueba y el error no sirve, estamos en
meses donde vamos a una elección de medio término muy particular, la elección
de medio término más importante desde que se regresó a la democracia en el 83,
y cualquier analista político lo puede discernir.
Ahora, los
radicales deben pensar muy bien su estrategia, que piensan hacer, como van a jugar porque en
Cambiemos los radicales todos saben no son escuchados, tienen la estructura partidaria
con la que Cambiemos llego al poder, la base en voz baja isntan a sus dirigentes a figurar mucho más que lo que
actualmente lo hacen, es la gente del llano que lo pide así, ya se ha visto que dentro de
Cambiemos los radicales son los que menos se equivocan al momento de ser escuchados, no por nada ningún dirigente radical que tiene
gimnasia política salió en las primeras horas después del acto de Cristina a
hablar, porque son horas para pensar estrategias, analizando el futuro, la cordura prima sobre la pasión.
Si Macri y
sus asesores piensan que el peronismo seguirá después de octubre dividido es
como creer que con el dedo meñique se puede llegar al fondo de la botella, es
no conocer la mística peronista ni cómo actúa el famoso verticalismo que Perón
que heredero a sus seguidores.
Entonces la
disyuntiva de Cambiemos en esta campaña electoral bonaerense, donde se dará la
madre de todas las batallas, nunca ha sido más apropiada que la palabra
Cambiar, porque Cambiemos debe cambiar la forma de comunicar las cosas, cambiar
la forma de llegar a las necesidades de la gente, cambiar la forma de
sensibilización con los más necesitados, y pensar que la herencia ya fue
recibida y aceptada tal como fue recibida.
Las próximas elecciones se juega mucho mas que proyectos políticos se juega la mismísima grieta argentina, por eso de los políticos dependerá el futuro, si es una campaña agresiva repercutirá en la sociedad y agigantara la grieta, si es en cambio es una campaña democracia llena de respeto ayudara a cerrar esa maldita grieta.