Los políticos italianos tienen un
desconocimiento de la realidad y preocupación de sus ciudadanos que gobiernan, que
da miedo, es patente en la forma como tratan los temas que hacen a la realidad
del país.
Muy lejos han quedado los días de
políticos como Alcide De Gasperis, Palmiro Togliati, Pietro Nenni o Mario Scelba, entre tantos del periodo
fundacional de la República Italiana, haciendo honor a la verdad muchos de
ellos conocieron el exilio y la percusión políticas del régimen fascista que atempero
sus caracteres y con ello su forma de hacer política por el bien de la
sociedad.
Evidentemente hoy los políticos italianos
son distintos y extraños a esos personajes cuando se los compara. La tribuna o
el pulpito para expresar sus ideas fueron reemplazados por los “sets” de
televisión donde hoy concurren, por eso están más preocupados porque vestimenta
y maquillaje utilizaran, y que gestualidad deben hacer, siempre con asesores de
imagen que los asesoran, que en hacer conocer
sus propuestas para sus representados.
Esto se define sencillamente en
que los políticos italianos de hoy no entienden ni comprenden a la sociedad,
y tampoco pareciera que les enterezaria hacerlo.
Así vemos legisladores italianos
que están más preocupados en sacar réditos personales que trabajar para el bien común. Es la única lectura que uno hace al ver como tardan tantos las
leyes en el parlamento italiano.
Siendo el parlamento un órgano constitucional
que tiene la función legislativa por la cual es el engranaje fundamental para
el ordenamiento del estado italiano, en donde se debate el futuro de la nación,
con las actitud de los parlamentarios actuales dicha premisa pasa a segundo plano.
En estos días muchos italianos
escuchan sobre la reforma de la constitución, pero no la entienden, ni saben de que se trata, como tampoco saben
en qué le puede beneficiarles votar por uno u otra opción.
Así están los del Sí
que intentan convencer a los votantes que la conveniencia de reformar la carta
magna, hará que las leyes se agilicen ya que actualmente sancionar una ley es
entrar en un laberinto, y, con dicha reforma se reducirán los costos de la política
italiana.
De la vereda de enfrente están los
que sostienen totalmente lo opuesto, los del No, que dicen que las leyes no avanzan
porque los legisladores entran en juego personal y que los costos de la política
no se reducirán, y que aprobarla la reforma es darle más poder, un cheque en
blanco al oficialismo del hoy Presidente del Consejo de Ministros Mateo Renzi.
Mientras la campaña electoral del
referéndum que los italianos de todo el
mundo deberán votar el próximo 4 de diciembre, prosigue Italia a ser golpeada
por la crisis económica que ya dura más de 8 años, una crisis que parece no
querer dejar a los italianos ya que manejan los expertos que ha dejado al día de hoy un porcentaje superior al 23 por
ciento de desempleados o gente con trabajo precario.
Pero como si fuera poco
Italia desde hace dos meses recibe no solo el azote económico sino el azote
natural, la zona central del país es castigada sin respiro por una cadena de terremotos, no
solamente llevándose víctimas como las del movimiento sísmico del 24 de agosto
de este año, sino arruinado joyas artísticas, patrimonio de la humanidad
haciendo que la situación económica de un país turístico como Italia se vea
resentida.
Para los italianos de hoy entre la actitud de indiferencia de los políticos a las necesidades del pueblo, la reforma constitucional de la que deberan decidir y los terremotos que no dan tregua, todo ello les parece a la sociedad italiana una
pesadilla como las que escribia el Dante, de la cual esperan despertar.