Por Aurelio Nicolella
Era mediodía cuando volví con mi esposa Maby de hacer las compras del fin de semana, y al prender el televisor, mientra ella iba a buscar la bandera para colocarla en el frente de la casa por los festejos del día de la independencia, no podía entender la noticia, mi capacidad de interpretación de lo que veía y escuchaba no me dejaba comprender las palabras que mis oídos escuchaban: sicarios, Guatemala, tiros, muerte, todo eso para decir que el más grande “Trovador” argentino había muerto en forma violenta en un país centroamericano, el mismo país que tiene identicos colores que la bandera argentina, fue chocante, se necesito mas de un par de minutos para caer en la cuenta que el destino prepara la muerte con ribetes totalmente incomprensibles para el ser humano.
E igualmente fueron minutos lo que se necesite para tratar de comprender porque a ese hombre que lo único que hacia era cantar y hablar de amor, paz, de un Dios generoso, lo hayan matado así.
La pregunta sigue siendo, ¿Por qué, porque él?, y la respuesta no esta y no estará porque el ser humano no quiere entender, no quiere escuchar a su semejante cuando este trata de aconsejar, de alentar y buscar un mundo mejor para vivir, y entonces eso es lo que pasa con la gente como Facundo, él pregonaba cosas como para que su prójimo reflexionara, “no estas deprimido, estas distraído” decía, dándonos a entender que hay tanto para hacer en tu semejante que la depresión pasa a ser una excusa para no comprometerte con el mundo en que vives, y por lo tanto la depresión no es una enfermedad, o cuando nos daba el consejo que "Llorar por la muerte es faltarle el respeto a la vida" no hace falta explicar nada, era tan sencillo en sus frases como en su vida como aquella vez que dijo "Puedo decir descaradamente que soy un tipo libre y feliz", la primera vez que la escuche esa frase admito que tarde minutos en poder concebirla, es muy fuerte y Facundo Cabral era ciertamente feliz, solo un hombre que sufrió la muerte de su esposa y su hija, que fue obligado a exiliarse a tierras extrañas por la persecución de la dictadura militar, que venció al cáncer, que siempre estuvo presto a ayudar, después de todo lo que tuvo que vivir y no guardar rencor y difundir a los cuatros vientos una proclama de amor y fe, ciertamente que era un hombre feliz.
Era una persona que lo que predicaba él lo practicaba por eso solía decir “¡Pero no digas no puedo ni en broma, porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomará en serio, y te lo recordará cada vez que lo intentes!”
Ahora vendrán investigaciones policiales que trataran de interpretar, el porque de este brutal homicidio, como si hubiera homicidios menos brutales en este mundo jaqueado por la maldad y la incomprensión, vendrán los homenajes, los discursos y hasta las calles y plazas con su nombre inmortalizándolo, se escucharan sus melodías, pero de una cosa puedo estar seguro que al Facundo Cabral nacido en La Plata, el que vivió en el sur del país, el que padeció persecución y sufrió la muerte de sus seres queridos, mas que los homenajes le gustaría que practicáramos lo que él pregonaba, amor comprensión y fe.
Mientras hoy la bandera celeste y blanca, que todos los años en las fiestas patrias aparece resplandeciente colgada del frente de mi casa, se vera distinta a otros años, hoy llevara un crespón negro en recordación del “Trovador” que no murió, porque no muere quién en su vida pensó y hablo a sus semejantes.
Aurelio Nicolella, nació en Lanús, Provincia de Buenos Aires, el día 11 de septiembre de 1962, es abogado.