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EL SISTEMA PARLAMENTARIO DE GOBIERNO ES LA GRAN ALTERNATIVA PARA EL PAÍS


Por Aurelio Nicolella


Últimamente, en mayor medida hemos escuchado a personas, generalmente aquellas que son entendidas en el tema de derecho constitucional que, " El Sistema Presidencialista de Gobierno ya esta agotado, es necesario la implementación de otro sistema, como por ejemplo el sistema Parlamentario de Gobierno en Argentina", "única forma que la política y la democracia argentina se entiendan".
Es así como hemos visto como el gobierno nacional ha debido que adelantar las elecciones generales, ya ello sucedió en mayo de 1989 y ahora sucede también en nuestros días, ello en vista de un probable debacle electoral que deseaba evitar la fuerza gobernante, también hemos visto que nuestro sistema presidencialista de gobierno, otrora pensado para un país distinto ha colapsado, la prueba de ello lo da que si el gobierno perdiera la mayoría en ambas camaras o al menos en una de ellas, le seria imposible gobernar en la segunda parte del periodo.
Todo ello seria así debido que debería estar negociando y acordando constantemente con los opositores, llevando a un desgaste y costo político muy elevado.
Ahora muy distinto sucedería con el sistema parlamentario de gobierno, en dicho sistema al perder el primer ministro o jefe de gobierno, la mayoría (confianza) de las cámaras puede el poder legislativo automáticamente conceder dicha confianza al que hubiera ganado las elecciones o estaría en mejor condición para poder gobernar.
Ello es así aunque exista crisis política, pero seguramente esta crisis sera política pero no institucional lo cual no afectara a la comunidad, no existirá crisis social, llevando ello a comprobar que la sociedad en su conjunto no sufriría los avatares políticos.
Desde ya no es menos cierto que para poder implementar un sistema de gobierno nuevo, algo extraño a nuestro ordenamiento constitucional como es el sistema parlamentario, es necesario que la sociedad lo conozca, lo entienda y lo comprenda, en síntesis comprenda sus ventajas.
Se ha visto que nuestros gobernantes actuales no lo entienden y tampoco lo quieren entender, debemos partir de esta premisa, un ejemplo basta, en el suplemento económico del diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se pudo leer a principios de agosto de 2002, que el otrora ex todopoderoso súperministro Domingo Felipe Cavallo, que manifestaba “... el golpe institucional llevado a cabo entre el 19 y el 20 de diciembre de 2001, abrio las puertas a un gobierno parlamentario...”, evidentemente no sabia lo que decia ya que sus palabras fueron dichas mientras daba una conferencia a miles de kilómetros de su país, luego de haber dejado la nación al borde de la desintegración, justificando con su actitud, el desgobierno como ministro, ello demuestra un total desconocimiento de política, muy común entre la clase dirigente argentina. Siempre dicha dirigencia ha caído en el pecado común de pretender justificar los vacios legales y faltas de soluciones -de un sistema, como el presidencialista- que ya se encuentra totalmente agotado.
Muchos de nuestros políticos manifiestan también de que el modelo republicano presidencialista no da más, pero no nos olvidemos que en la Argentina estamos acostumbrados al “gatopardismo” de nuestros dirigentes de querer cambiar para no cambiar nada, solamente dentro de la verosimilitud esto tiene dos únicas lecturas, la primera la falta de educación política (en la sociedad) y la segunda la justificación inmoral, (de nuestros dirigentes políticos). Lamentablemente se avasalla con ello el único recurso que tiene el soberano, el poder cambiar para mejorar o los que los políticos italianos manifestaban en la postguerra "aggionarse per la nuova società".
No podemos olvidar y debemos volver a citar al ex ministro, quién gozo de poderes extraordinarios durante sus dos gestiones al frente del Ministerio de Economía nacional, poderes otorgados desde ya por el Congreso Nacional, fuertemente presionados por el Poder Ejecutivo Nacional para lograr aprobar dichos superpoderes. No hace falta mencionar en que desembocaron los resultados del otorgamiento de esos dichos superpoderes, y ni que decir de la responsabilidad que evito responder el ex superministro.
Ahora, analizando un poco, podríamos preguntarnos ¿Hubiera el ex- Ministro Cavallo, haber conseguido los superpoderes en un sistema parlamentario de gobierno?, ¿Hubiera la irresponsable actitud de legisladores parlamentarios y delegados ejecutivos desembocar en la Argentina de la peor crisis económica, social y política de su historia?, producto de personajes creídos en ser mesiánicos con soluciones mágicas.
Evidentemente con esa clase política, que es y sigue siendo la de hoy, es difícil la implementación de un modelo político diferente, se necitan políticos con avanzada progresista, krausiana en su pensamiento y responsable en su accionar.
Debemos analizar primero que nuestros actuales dirigentes no lo entienden,, que es necesario un cambio profundo desde las bases mismas de la nación o sea desde su organización política, el modelo esta agotado, segundo se ve que no lo quieren realizar y tercero, que es peor aún, puesto lleva a pensar que jamas el corporativismo político, en el cual estamos inmerso y al que esta sometido nuestra política actual perdería sus ventajas. Ventajas que son sobre el pueblo al que deben servir, y tratar de encontrarles sus soluciones mas urgentes como el bienestar general, pero en cambio se aprovechan sin resentimientos en provecho propio, somentiendolo a un sistema arcaico.
Ahora, bien, con lo dicho muchos se preguntarán ¿si es posible la implementación del régimen parlamentario en la República Argentina?, ¿De ser factible que variante de régimen parlamentario seria el más adecuado? Todas preguntas que deben ser analizadas pormenorizadamente.
A decir verdad la implementación del sistema parlamentario, es posible, no es algo utópico, por más que haya personas que crean que no y piensen todo lo contrario a lo que en estas líneas se propone el autor de la nota. La situación de la Argentina, como la de cualquier país de la América Latina es potencialmente viable, en la implementación de un régimen con esas características.
Pero para elegir un sistema parlamentario de gobierno se necesita una reforma constitucional que debe ser profunda y concisa, con grandes análisis de la realidad nacional, tratando de formar un gran acuerdo general entre todas las fuerzas vivas de la Nación, ya que de nada servirá cambiar una parte de la Constitución Nacional, es más que eso, debe ser un cambio básico en la estructura, y primordial en cuanto al rumbo en que se le dará. Ese gran debate no debe estar condicionado por sectarismos políticos, que vean su “agosto”; ni económicos, por corporaciones que sean estas nacionales o foráneas, debe ser amplio con la participación popular, sin exclusiones de ningún sector de la sociedad argentina como dijimos antes. Entonces el cambio será ideal y sus objetivos podrán ser cumplidos en el transcurso del tiempo, viéndose sus logros, haciendo un país equitativamente justo, responsable y ético para sus ciudadanos.
Previo a todo reforma constitucional, debemos aclarar, que es necesario la caducidad de todos los mandatos, tanto los originados en el ejecutivo como en el legislativo, o sea la cesación de todos los cargos electivos del actual parlamento. ¿Por qué ello? Se puede uno preguntar. Por la simple razón que esta clase dirigente que nos gobierna hoy en la República Argentina no es creíble en sus dichos y no es confiable en sus actos y además deberá revalidar títulos ante el nuevo sistema de gobierno, sería en todo caso una purga necesaria, pero con mecanismos democráticos.
Dicha caducidad de mandatos debe ser anterior, según nuestra forma de ver a la elección de la Asamblea Constituyente, que reforme la constitución; ya que de lo contrario esta se encontraría condicionada en su actuación por sus integrantes, los cuales de seguro en poco les interesaría implementar una nueva forma de gobierno. Por lo tanto no debe haber ningún ligamen con el anterior régimen, con esto estamos diciendo que los integrantes de la Asamblea Constituyente deben encontrarse libres para poder decidir sobre la reforma política propuesta, habiendo revalidado sus mandatos si es que en el anterior régimen se encontraban cumpliendo los mismos, esto quiere decir simple y llanamente que no habrá resabios del anterior sistema político, por mas que algún constituyente haya formado parte de la anterior estructura de gobierno.
Debemos manifestar que ello es así y tiene que ver con la situación de podredumbre en que se encuentra la clase política argentina, siendo la más grave de toda la contemporaneidad de este planeta, actualmente como es de conocimiento público es común escuchar entre los profesionales argentinos que “en otros países la corrupción esta dentro del sistema, pero en la Argentina la corrupción es el sistema”, parece una anécdota menor pero es una sentencia real y definitiva para la clase política de la Argentina la cual no acusa recibo de dicha sentencia y situación esta que padece el pueblo de este país. Evidentemente hasta el día de hoy non ha tomado conciencia de ello ni los políticos ni los soberanos.
En fin no se puede cambiar un sistema político de gobierno corrompido creando uno nuevo con los sedimentos de este, lo que sucederá es natural lo corrompido prevalecerá con el tiempo en el nuevo sistema tergiversándolo y entonces la reforma y cambio no tendrá sentido de ser.
Una solución, creo que la única, sería que el Congreso Nacional, a través de sus dos Cámaras convoque, en la forma estipulada por la Constitución Nacional actual, a fin de hacer dicha reforma legal, la necesidad de transformación de nuestra ley suprema, en cuanto a las Autoridades de la Nación, el Gobierno Federal, Poder Legislativo y Poder Ejecutivo.
Dicha Asamblea Constituyente deberá solamente tocar dichos puntos, lo referente al sistema de gobierno, ya que no es necesario que toque derechos y garantías que ya están establecidas en nuestra norma suprema y que fueron abordados hace más de una década en la reforma de 1994, no tendría sentido llevar el debate sobre esos puntos a la Asamblea Constituyente, a la larga terminaría agotándola en vanas declaraciones y debates que llevarían a un desgaste de la Asamblea Constituyente, sacándola de su verdadero cometido.
Se debe tener presente desde el comienzo que la reforma se aboca a “La Reforma Política del Estado” o sea la implementación de un Régimen Parlamentario de Gobierno, debiéndose discutir todos aquellos puntos que pueden dejar algo en concreto sobre la cuestión.
Desde ya se considera que no es necesario modificar la Sección Tercera, referente al Poder Judicial, ya que no es como primordial necesidad el cambio en dicho poder del estado, el cual se adaptara como poder del estado de contralor.
El Título Segundo, referente a los Gobiernos de Provincia es evidente que los Constituyentes deberán tomar decisión sobre ese punto, orientando a las Provincias a tomar su rumbo a un sistema parlamentario, o en todo caso un semi-parlamentario que deberá ser unicameral (ya que con ello se podrá matar dos pájaros de un tiro, eliminar el gasto económico y político, que produce en los distintos estados argentinos la bicameralidad de las legislaturas provinciales, que ya se ha visto en poco contribuye a poder gobernar eficientemente a los distintos estados federales de nuestra unión y organizar la legislatura a fin de que respondan al pueblo que la eligió).
Por lo hasta aquí dicho los constituyentes no deberán dejar librado la organización constitucional provincial en ese aspecto a las provincias solamente, debería manifestarse en algún punto de la nueva ley suprema de la nación la conveniencia del nuevo régimen político, sino se podría caer en una anarquía, porque las provincias argentinas actualmente, algunas más otras menos, existe lo que se llama “el clientelismo político”, con un fuerte caudillismo casi feudal, y bien sabemos que el caudillismo cae en la forma mas elegante de llamarse a veces republicano y democrático tratando de someter al soberano en una demagogia disfrazada de democrática; llegando así a ser cabeza y director del gobierno del estado todo siendo un pulpo avasallante de todos los tres poderes republicanos, ello heredado con grandes máculas del caudillismo del siglo XIX que la Argentina pre-constitución de 1853 padeció y sufrió, y que en mas o en menos sigue en la actualidad soportando en los distintos parajes de la Nación.
Otro punto a analizar es que debemos ver el problema mayor que enfrenta la República Argentina y es la falta de credibilidad que sus gobernados tienen hacia sus gobernantes, esa falta de credibilidad es la que hace que las instituciones se vean perjudicadas, porque las mismas no son dignas de crédito, y es sabido que cuando las instituciones no gozan del afecto y respeto de sus ciudadanos, caen las mismas en la maleza de la corrupción, llevando a la descomposición de la sociedad a la cual tenían que servir.
Uno puede observar y pensar que los buenos resultados cosechados por el sistema parlamentario en Europa, ha dado buenos resultados, ha podido eludir momentos políticos de graves situaciones sociales y económicos, siempre dentro del marco legal.
Es un hecho conocido por todos que la disciplina de los partidos políticos europeos posibilita lo que en el párrafo anterior manifestamos. Situación totalmente distinta en Argentina, donde siempre prima el individualismo político y la intención egoísta de sobresalir sobre los demás, pensando en soluciones mágicas.
Pero debemos decir que ello no es obstáculo para que una reforma de sistema político se pueda realizar en Argentina, es más las condiciones como dijimos anteriormente están dadas.
Allí es donde se deberá ver también a los distintos partidos políticos, ellos deberán como dice nuestra constitución nacional en su artículo 38 ser “instituciones fundamentales del sistema democrático”. Es por ello que dichos partidos políticos tendrán que estar a la altura de los acontecimientos, es una oportunidad que la democracia argentina espera.

Aurelio Nicolella, nacio en Lanús, Provincia de Buenos Aires el día 11 de spetiembre de 1962 es abogado.