Por Aurelio Nicolella.
La corriente política,
social y económica del “battlismo” nace a principios del siglo XX con su
fundador José Batlle y Ordóñez, esta doctrina avanzada para su tiempo fue
olvidada en los estantes de las bibliotecas, ya sea por lo convulsionada que
fue la mitad de dicho siglo que la vio nacer y otro poco sería porque nació en
un pequeño país sudamericano sin peso a nivel mundial como lo es Uruguay.
Los estudiosos de las
ciencias económicas en las facultades la suelen mencionar como de paso, digamos.
Lo cierto que dicha teoría
sostiene y como lo pregonaba su creador, él cual sostenía que para el
desarrollo de un país y una sociedad el Estado debe controlar aspectos básicos
de la economía por medio de monopolios estatales, así como crear un amplio
cuerpo de leyes sociales; que como resultado forjaría una sociedad de clases
medias bajo el amparo de una economía pujante y de un Estado benefactor,
intervencionista y redistribuidor de ganancias.
En 1913 Batlle y Ordóñez
publicó unos “Apuntes” en los que expresaba sus ideas, para plasmarla para la
posterioridad y para la creación de lo que él consideraba como lo que debería
ser un “país modelo”.
Desde su implementación en
1903 se propugnaba un país de clases medias, ya que este extracto de la
sociedad es la que mueve los engranajes de toda una nación, permitiendo que
aflore la industria, el comercio y todas actividades sociales y económicas que
requiere una comunidad civilizada.
La famosa ecuación del
“batllismo” es la que pregonaba para que “los ricos fueran menos ricos y para
que los pobres fueran menos pobres” y su
fundador consideraba que ese ideal solo podía lograrse por medio de la acción
de un Estado intervencionista y redistribuidor. Un Estado que contribuya a
las necesidades de los que menos tienen a fin de que puedan lograr
autosatisfacerse, para luego el Estado retirarse para que el pobre que ya convertido
en clase media transite sin obstáculo el logro como ser humano pleno. Todo ello, basado en mantener un déficit fiscal equilibrado entre la balanza de pagos y los ingresos, con tasas de préstamo baja a fin de poder acceder a créditos baratos para todos los estratos de la sociedad.
También así debería actuar lo
mismo en cuanto los emprendimientos que necesitaría una nación o una región del
país, el Estado sería el promotor de llevar esa industria o esa transformación
o esa necesidad, una vez que la misma sea rentable transferírsela a la
iniciativa privada, pero bajo el control del Estado como árbitro regulador a
fin de que lo privado no avasalle el bien común de la sociedad y no sea solo
negocio cuando es rentable.
Así el “batllismo”, en
Uruguay donde se aplicó hasta entrado los años sesenta con su política
nacionalizadora, su legislación social avanzada, su economía dirigida con un
puntilloso cuidado por los equilibrios macroeconómicos, logró forjar una
sociedad mesocrática excepcional en América Latina, a Uruguay la convirtió en
la “Suiza de América” a cuyo recuerdo muchos políticos latinoamericanos aún se
aferran como nostálgicos.
Las ideas del batllismo
nacen del fin de una época en Sudamérica donde finalizan las épocas del
caudillismo y las guerras civiles en que se desangraron las distintas naciones.
Países como Argentina, Brasil eligen el conservadorismo, otros como Colombia o
Venezuela el liberalismo clásico, en cambio en Uruguay a partir de ese momento
encara por un camino diverso, Batlle vio un campo fértil para aplicar sus
teorías y así el batllismo inició una serie de acciones que se conocen como “el
reformismo batllista”. Garantizando
tanto la libertad y la justicia social; sería para Batlle inevitable para una
total democracia en el Uruguay.
Las reformas fueron
impulsadas y legisladas desde el gobierno, en ese proceso participaron otros
grupos políticos del país, como el opositor Partido Nacional, que muchas veces
contribuyeron con sus propios proyectos a la reforma. Las principales transformaciones
en materia económica se relacionaron con la nacionalización, la estatización y
el fomento de la industria. Con estas medidas se buscaba crear trabajo y tener
una mayor independencia económica.
Por eso en esa época, el Uruguay era uno de los países más avanzados en cuanto a legislación laboral. Fue entonces cuando se crearon varias leyes de protección a los obreros que lo dignificaron.
Otra reforma social
importante fue la legalización del divorcio, los derechos de los niños, de la
familia, creándose el primer código a tal fin.
La reforma política propuesta
por el batllismo marcó el fin de la Constitución de 1830 y la ampliación del
derecho al voto a todos los hombres mayores de 18 años y la separación entre
Estado y Religión, hizo retirar todas las imágenes religiosas de los lugares
públicos, lo que causó un alto revuelo en la clase alta y en el clero.
También hará del Uruguay el
primer país de occidente en abolir la pena de muerte en 1906 sustituyéndola con
una pena máxima de 40 años.Se nacionalizarán los Bancos
(República, de Seguros, Hipotecario), los ferrocarriles, los puertos, el
telégrafo, la luz eléctrica, todos ellos en manos de capitales ingleses.
Sobre la reforma agraria el
gobierno de Batlle busco implementar medidas que favorecieran la extensión de
la riqueza ganadera y para ello inauguro nuevas facultades e instalo centros para
investigar y fomentar las formas de cultivo adecuadas, pero no contó con el
apoyo de los latifundistas que no apoyaron todas las reformas que traía la
ideología “batllista” y esto le genera varios dolores de cabeza, Batlle creía
que debían pensar más en el beneficio del país, pero la oligarquía rural
incluso lo llega a considerar un traidor.
Lo cierto es que las leyes
innovadoras no solo fueron para su país, sino para el mundo entero ya que las
leyes laborales y de familia, por citar un ejemplo, fueron pioneras al haberse
formulado antes que hasta en los países europeos.
En la segunda mitad del
siglo XX iba a surgir una corriente que va a tener en el Batllismo sus
principales ideas e iba a ser llamado el “Neobatllismo”, pero como todo “Neo” pasarían sin penas ni gloria,
el mundo comenzaba la guerra fría.
José Pablo Torcuato
Batlle Ordóñez murió en Montevideo el 20 de octubre de 1929, aunque sus ideas
continuaron un tiempo más, cuando el neoliberalismo copo el mundo con sus ideas
“pseudoreligiosas” de cátedras de “Wall Street” y “Chicago Boys” las ideas
“batllistas” quedaron en el arcón del olvido de las bibliotecas de economía social,
pero están ahí esperando ser desempolvadas y “aggionardas"