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VESTIGIOS DE UNA GUERRA

Por Aurelio Nicolella

 Lo que viene después de la guerra, es  peor que la guerra misma. Séneca (1)

El conflicto bélico de Malvinas, de duración corta, no ha dejado de ser por ello doloroso como todo acto de guerra, ha dejado muertos de ambos bandos, tanto argentinos como británicos como también civiles. Pero lo que poco se ha hablado es de las miserias que se vivieron posteriormente a dicha contienda, ya que todas las guerras de la humanidad traen aparejadas miserias humanas.

Una de estas tantas miserias fue cometida por la población isleña, pequeña en cantidad de habitantes, llamados despectivamente en su tiempo “kelpers” (2), y hoy llamados “bennys” (3), sobre el destino a darse sobre los restos mortales de los soldados argentinos.

No hace falta ahondar que los isleños nunca tuvieron simpatías con la Argentina y los argentinos, y esto fue así siempre, antes de 1982 cuando existían relaciones comerciales, educativas, humanitarias y sanitarias entre las islas y el continente, y luego de la invasión o recuperación, (título que se le quiera dar desde el punto de vista que se lo vea), dichas diferencias se acentuaron aún más.

Finalizadas las acciones militares, y ante la rendición del general argentino Mario Benjamín Menéndez, comenzó la postguerra: traslado de los soldados argentinos que habían sido capturados como prisioneros (se habla de más de diez mil al puerto de Montevideo); dicho de paso la desmovilización llevo casi un mes.

Concluido ello se les presentó a las autoridades militares británicas y a los isleños el dilema de que hacer con los restos de los soldados argentinos muertos en el conflicto cuyos cuerpos permanecían en distintos puntos de la isla Soledad, algunos amontonados en galpones que poseía la “Falklands Islands Company” (4).

Desde un primer momento las autoridades argentinas se negaron a su repatriación, porque consideraban que dichos soldados murieron en territorio nacional argentino y además ya había comenzado para la sociedad argentina la “desmalvinización” de los derechos del país sudamericano que duro hasta 1999.
Mientras el gobierno militar argentino siguió en el poder por casi dos año más, las negociaciones sobre que hacer con los cuerpos de los soldados quedo estancada, es así que los británicos esperaban que, con el advenimiento de la democracia en Argentina, dicha cuestión tuviera una salida digna y los cuerpos fueran solicitados por las nuevas autoridades para que regresaran al continente, pero ello no sucedió. Ante el ofrecimiento del Reino Unido de enviar los cuerpos de regreso a la Argentina, fue contestada dicha oferta como que los cadáveres aseguraban la continuidad de la presencia argentina en las islas. Mientras en Londres supieron entender códigos militares que son propios de la guerra, el puñado de habitantes de las islas no, por lo que comenzó así la triste historia de los restos de los soldados argentinos.

Desde mitad de 1984 un tire y afloje entre las autoridades británicas y las locales, dio una situación dantesca, estas últimas no querían saber nada de tener cadáveres de soldados que habían venido a ocupar su tierra, en síntesis no querían ningún vestigio de argentinidad cerca.

Los isleños se agruparon y formaron una comisión que habló con el comandante de la todavía pequeña y provisoria base militar de “Mount Pleasant”, que recién en 1986 estuvo concluida y activa al cien por ciento. Las autoridades militares a decir verdad mantenían en ese momento de 1984 más poder que el Gobernador designado por la Reina  en ese entonces, que seguía siendo el mismo Rex Masterman Hunt (5), el que fuera expulsado tras la reconquista argentina. Dicho poder de parte de los militares británicos tenía razón de ser en que hasta bien entrado 1988 hubo temor que Argentina comenzara nuevamente acciones bélicas contra Malvinas, esta vez desde el continente.

En dicha reunión, entre militares británicos y habitantes de las islas, se propuso al comandante reunir todos los cuerpos de los soldados argentinos y enviarlos en un avión de la Royal Air Force a algún aeropuerto de la Patagonia argentina o a Chile y dejarlos allí, o en caso que argentinos y chilenos no aceptaran los cuerpos, cremar los cuerpos de los soldados y esparcir sus cenizas en alta mar. Esto último fue lo que encrespó al comandante británico General Peter Edgar de la Cour de la Billiére, que les habló de que dichos cadáveres eran considerados, como todo muerto en acto de guerra, sagrados, y que no podía apartarse de los protocolos militares, con lo cual dio por concluida la charla, solicitando a los isleños no hablar más del tema.

A partir de ese momento la comandancia de la Base se hizo cargo de la situación, habiéndose dado cuenta los militares británicos de la sensibilidad de los isleños hacia los cuerpos de los soldados argentinos, buscaron un lugar en donde fuera imposible la visión desde Puerto Argentino, y así no molestar a los habitantes locales. Se eligió una zona que los isleños no concurrían por eso Darwin, un paraje a más de treinta kilómetros de la capital isleña, donde todos los militares argentinos fueron enterrados individualmente con honores militares efectuados por un escuadrón de la “Royal Air Force”, estuvo presente el General Cour de la Billiére pero ningún isleño presenció la ceremonia militar, como un repudio a la decisión militar de los británicos. A las tumbas de los soldados no identificados se les agrego la siguiente leyenda  “Argentine soldier known only by God” (Soldado argentino sólo conocido por Dios) que después fue cambiada al castellano al crearse el actual Cementerio Militar Argentino, donde peregrinan ex combatientes y familiares de los soldados fallecidos, muchos de los cuales pasado los años han sido posible identificar.

Evidentemente la actitud de hostilidad de los isleños hacia los argentinos y los restos de los soldados caídos en combate demuestra la miseria y el temor de pensar que los fantasmas de una guerra inútil y tonta pueden ser borrados negando la historia.

Hoy es sabido que para esos habitantes de las islas del Atlántico Sur la palabra Argentina es una palabra diabólica para sus habitantes,  por lo que será difícil poder cambiar el pensamiento de personas que miran con desconfianza al continente, por eso Argentina deberá cambiar su actitud hacia los isleños, pero los isleños también deberán hacerlo.

Lo cierto es que la cuestión Malvinas sigue vigente para unos y para otros, para los isleños es revivir el pasado pensando que los fantasmas de los soldados argentinos son enemigos, no se dan cuenta que sería la oportunidad para ellos de demostrar que han madurado, y lo que ocurrió en ese lejano 1984 a dos años de finalizada la guerra fue un error, en cambio para los argentinos es cumplir con el honor postergado de recordar a sus héroes.

Notas:

(1)     Lucio Anneo Séneca, filosofo, político, orador y escritor romano (4 ac al 65 dc) fue senador romano y consejero, ministro y tutor  del emperador Nerón.

(2)     Kelpers  Los isleños son apodados kelpers porque las islas están rodeadas por grandes algas marinas llamadas en inglés kelp.

(3) Bennys Los militares británicos llaman así despectivamente a los habitantes de las islas Malvinas, ya que estos solían usar sombreros parecidos a los que el comediante inglés Benny Hill presentaba en su shows televisivos.

(4)     Falklands Islands Company era la empresa británica que en tiempos de la guerra  de Malvinas manejaba la economía de las islas y era dueña de casi el setenta por ciento de las tierras de los isleños. Actualmente se trasformó en  la Falkland Islands Holdings, manejando las licencias de pesca y las de exploraciones petroleras de la zona, actualmente su directorio está compuesto por miembros del gobierno local de las islas, quienes son los más fervorosos opositores al dialogo con los argentinos.

(5)      Rex Masterman Hunt fue el gobernador designado por la Reina en 1980 hasta 1985, mandato que fue interrumpido desde el 2 de abril al 25 de junio de 1982 por la recuperación argentina de las islas. Fue condecorado por la Reina con el título de Sir. Actualmente es pensionado y escribió un libro contando sus experiencias en el día de la recuperación argentina de las islas.